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Ritos de paso verbaliza una sensación relacionada con el presente de la pandemia desde una perspectiva humana y física en la que se territorializan los deseos en un contexto de aislamiento. Ante un virus mortal de alcance mundial no tenemos poder pero tenemos las redes que nos sostienen y nos enfrentan con nuestra existencia desnuda en la que las búsquedas de sentido son las que nos salvan y posibilitan que sigamos pensando(nos) en colectivo. Ritos de paso es el título que elegimos considerando que los pensamientos son y tratan de eso. Y sin solemnizar, estamos transitando esos pasajes saliendo de lo que se llamó normalidad.

En este séptimo capítulo, podríamos partir de una idea optimista de futuro, pero el presente nos condiciona agotándonos en el ejercicio de sostenernos como comunidad para que no decaiga nuestro ánimo mientras asistimos en nuestros hogares y en soledad a la destrucción de todo lo que conocemos. Entre esas demoliciones, se encuentra la cercanía de la frontera necropolítica a la que se decide ignorar. (pensábamos que esa frontera estaba en el Mediterráneo con la enorme cantidad de muertos por migraciones forzadas y por la insensibilidad internacional ante estas catástrofes humanitarias).

¿Cómo revertimos esa insensibilidad que genera acostumbramiento al escuchar una creciente cifra diaria de muertos (cada vez más cerca, en nuestra propia comunidad), quemas de bosques, contaminación de ríos, monocultivos, trigo transgénico, desigualdad social, migraciones forzadas, gatillo fácil, etc.?

El hartazgo y malestar tendrían que movilizarnos para dejar de tolerar un mundo en el que para que un grupo sea feliz, forzosamente, otro grupo estará condenado a la infelicidad.

¿Qué tanto vamos a soportar nuestras vidas viendo cómo mueren infancias por causas evitables? ¿Cuántos crímenes de odio necesitamos para que se nos revele la injusticia?¿qué consumos estamos dispuestes a dejar en pos de la recuperación ambiental?, y por último… ¿tiene sentido seguir viviendo la contradicción de aplaudir a trabajadores esenciales desde ventanas y balcones, y en paralelo salir irresponsablemente a exponerse o ceder ante presiones irracionales del mercado? ¿Tanto nos aborrecemos como humanidad que toleramos el enojo hacia medidas de salud pública, y dóciles seguimos las reglas del mercado?

Un mundo que nos haga parcialmente ciegos, e incoherentemente insensibles es un mundo que no queremos habitar y nos toca tomar definiciones para un presente y futuro inmediato que no deje desamparade a nadie. O cómo diría Susy Shock en su poema: NO QUEREMOS SER MÁS ESTA HUMANIDAD (invitamos a leer ese poema).

#noaltrigotransgenico #noalacuerdoconchina